Apenas acaba de llegar la primavera y los alérgicos ya están notando las consecuencias del cambio de estación en su sistema inmunológico. Los ojos y la nariz son los órganos más sensibles a los alérgenos propios de esta época del año como el polen o el polvo, pero el oído se encuentra también entre los perjudicados.
Las vías respiratorias se inflaman a la vez que aumenta la cantidad de moco favoreciendo el caldo de cultivo para sufrir una otitis. La función de las trompas de Eustaquio (el conducto que comunica la cavidad bucal con el oído) es equilibrar la presión dentro del oído medio para proteger el tímpano si estas se obstruyen por exceso de mucosidad, lo primero que se produce es una sensación de taponamiento desembocando en una otitis.
En el proceso de congestión alérgica aumenta también considerablemente la frecuencia de nuestros estornudos. Estos llevan consigo un cambio de presión en los oídos, si se reprimen o se expulsan de modo exagerado pueden llegar a provocar fístulas laberínticas que repercuten en la capacidad auditiva.
¿Qué precauciones tomar?
Es por todo ello, esencial que ante el primer síntoma de hipersensibilidad a algún agente externo se acuda al especialista para no agravar más si cabe la situación. Además de seguir unas pautas de comportamiento durante la temporada de mayor incidencia de alérgenos ayudarán a aliviar los síntomas.
Reducir las actividades al aire libre, llevar a cabo una limpieza adecuada del hogar y del entorno de trabajo, no secar la ropa en el exterior o evitar el contacto con animales son algunas de las pautas a seguir para evitar poner nuestra salud en riesgo.