No hay que ser un obrero de la construcción, mecánico o DJ para estar expuestos a los efectos nocivos del ruido en el entorno laboral. Las profesiones de oficina también entrañan riesgos en este sentido que conviene mitigar en la medida de lo posible, tanto para evitar pérdida de audición como otros perjuicios para la salud: cefaleas, fatiga, perturbación del sueño, etc.
En la mayoría de espacios de trabajo se escucha música o la radio en paralelo a la realización de tareas más mecánicas que requieren menor dosis de concentración. De las situaciones más habituales son aquellas en las que el trabajador se levanta al servicio, deja los cascos apoyados en la mesa y desde la otra esquina de la oficina se oye lo que está escuchando.
¡Atención! Esta exposición de forma continuada a sonidos por encima de los 50dB provoca pérdida auditiva. ¿El antídoto? Muy sencillo, bajar el volumen, además de limitar el uso diario de dispositivos de música a no más de 2 o 3 horas al día.
Asimismo, aquellos centros de trabajo con las oficinas en zonas céntricas o en polígonos industriales con tráfico constante deben , primero y fundamental, tener las ventanas cerradas, y segundo, contar con un sistema de aislamiento del exterior adecuado.
Otro de los sonidos asociados al estrés en los entornos de trabajo son los aparatos electrónicos: ordenadores, impresoras, escáneres… Para aislarse de estas molestias, lo recomendable es utilizar materiales que absorban el ruido, como tapetes, o cortinas o alfombras en el suelo para mitigar este efecto.
El teléfono es el gran aliado del trabajador de oficina, tanto desde el fijo como móvil. En este caso, la evolución de la tecnología nos permite cuidar de nuestros oídos. Existe un modo de ajuste de volumen según decibelios en la mayoría de los smartphones.