Cuando se aborda la problemática de la contaminación acústica enseguida ponemos el foco en una explosión o un taladro a pie de calle. Sin embargo, el ruido que puede afectar gravemente a nuestra audición e influir en nuestro estado de ánimo se encuentra más cerca de lo que pensamos.
La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición alerta que, desde la nevera, hasta un juguete de un niño tienen un nivel de decibelios que, aunque moderado, de manera continuada puede causar problemas de salud relacionados con la tensión, “como fatiga, insomnio, frustración, ansiedad e incluso dificultad en pensar”.
La cocina, principal foco de ruido
Uno de los principales focos de ruido de nuestro entorno se encuentra en la cocina. En el siguiente cuadro se aprecia el nivel de decibelios de los enseres en esta dependencia de la casa, según un estudio publicado por la East Tennessee State University. Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no se superen los 50dB durante todo el día, se observa como una aspiradora puede llegar a los 94, un nivel similar al que nos encontramos en un atasco.
Incluso los juguetes pueden superar ese nivel de ruido, por lo que hay que prestar especial atención, máxime cuando sabemos que los niños suelen llevárselos a la oreja. En este momento se puede alcanzar los 120 dB, un sonido capaz de causar lesión y equivalente a la del despegue de un avión a reacción, explica La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición.
En este punto, es fundamental que antes de comprar un electrodoméstico o similar nos cercioremos que cumple que se especifica la clasificación de decibelios, tratar de no utilizar a la vez varios de ellos si no es necesario. Además es necesario que en la nevera, horno, microondas, lavavajillas estén bien situados respetando en todos los casos el canal de respiración y las cargas permitidas.