La naturaleza apenas tiene ruidos intensos, pero la vida en las ciudades hace que nuestro oído sufra mucho más de lo recomendado por todas las asociaciones y organizaciones de salud, tanto nacionales como internacionales. Ya en la Edad de los Metales se empezó a reconocer el trabajo de los herreros como un factor de riesgo para la salud auditiva. La industrialización y el progreso de las ciudades en detrimento de las áreas rurales han provocado que cada vez el ambiente sea más ruidoso.
Se calcula que cerca de 9 millones de personas en nuestro país tienen que sufrir cada día niveles de ruido superiores a los 65dB, que es el nivel máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El tráfico es responsable del 80% del ruido urbano en las ciudades.
Tan solo Japón nos supera en este record de dudoso honor. Un estudio de “National Academy of Sciences» afirma que somos el segundo país del mundo más ruidoso, tan solo por detrás del país nipón, y el primero de la Unión Europea.
Los niños son los que más sufren este ambiente de ruido, y no son pocos los casos en los que esta situación les provoca cambios de humor, dolores de cabeza o alteraciones en el sueño.
La contaminación acústica en nuestro país viene provocada por varias causas:
- El tráfico, que genera aproximadamente un 80% del ruido de las grandes ciudades.
- Las obras en la vía pública.
- Transporte ferroviario.
- Los locales de ocio.
Además, muchas personas reconocen que el ruido que más les molesta se produce estando en sus hogares, siendo los ruidos de casas vecinas los más molestos (obras, fiestas en casa de los vecinos, etc.) mientras que el tráfico que se escucha desde las casas se encuentra en segundo lugar.
Recordemos que una sobreexposición al ruido puede provocar problemas de audición en personas cada vez más jóvenes.