Por pérdida de audición discapacitante se entiende una pérdida de audición superior a 40dB en el oído con mejor audición en los adultos y superior a 30dB en el oído con mejor audición en los niños. Un tercio de estas personas tiene más de 65 años y vive en países subdesarrollados o en vías de desarrollo con un nivel de ingresos per cápita muy bajos.
En estas regiones tienen mayor riesgo de pérdida auditiva por falta de recursos sanitarios y por su menor cultura de prevención. Por ello, hay una mayor incidencia de casos fruto de complicaciones durante el parto, enfermedades de la madre (rubeola, sífilis…) o bajo peso al nacer.
Otras enfermedades de tipo infeccioso con baja tasa de mortalidad en occidente como la meningitis o el sarampión producen una gran parte de los casos de pérdida de audición en el mundo.
Causas de la mayor incidencia de pérdida de audición
Mientras que en los países de nuestro entorno existen políticas de integración en todos los estamentos territoriales, en el tercer mundo los niños con pérdida de audición no son escolarizados. Asimismo, los adultos con dicha afección engrosan en mayor medida las listas del paro.
En este contexto desfavorable, las familias no se pueden permitir la compra de un audífono, ni el recambio de baterías o mantenimiento. Además, los estados no invierten recursos en el aprendizaje de la lengua de signos o lectura de los labios. Una situación que agrava la desigualdad y trunca la posibilidad de superación económica de estas personas.
La OMS pone su granito de arena para ayudar a sus Estados Miembros a desarrollar programas de atención primaria relativos al oído y la audición, integrados en el sistema de atención primaria de salud de los países.
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