El imaginario social acostumbra asociar la imagen de la contaminación a enormes basureros o playas teñidas de petróleo. En contadas ocasiones se toma conciencia de que otro de los problemas ambientales que perjudican la calidad de vida del ser humano y de su entorno es el ruido. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece un umbral de ruido máximo de 70dB. (Consulta aquí los criterios sobre contaminación acústica de la OMS)
La socioacusia es la consecuencia directa de la exposición prolongada a sonidos por encima de este máximo que puede incluso derivar en una sordera permanente. Asimismo el sonido momentáneo superior a los 160 dB causa directamente lesiones en el tímpano irreversibles.
La OMS también alerta del incremento de consultas hospitalarias que aducen dolencias cardiacas, depresión, fatiga o falta de atención motivadas por la cercanía a entornos de excesivo ruido.
Ante este escenario, las autoridades europeas no se han quedado cruzadas de brazos. En 2003 el parlamento europeo aprobó una directiva en la que se establecen los requisitos mínimos de seguridad auditiva que debieran regir en los países comunitarios. Este documento establece como prioridad informar a la población sobre las zonas de ruido ambiental y sus efectos.
En este contexto, el Gobierno de España comenzó a elaborar ese mismo año un Sistema Básico de Información sobre la Contaminación Acústica. Este no solo establece un manual de carácter informativa, sino que también recoge diferentes mapas de ruido de todas las regiones del país y los planes de acción que proponen los gobiernos locales, regionales y estatales para paliar este problema.