La contaminación acústica es el típico problema que está ahí pero del que muy poca gente habla, pero es un grave problema ambiental que también afecta a la salud pública. Y principalmente a la salud auditiva. El principal responsable de esta contaminación es el tráfico. Solamente el ruido de vehículos rodando por la carretera afecta a 125 millones de personas, el 24% del total de la población europea. 

Y es que la audición es para el ser humano un sentido de alarma, que detecta peligros y que es muy sensible a ruidos. La exposición constante a sonidos crea un estado de alerta y estrés muy negativo para la salud.

A pesar de que el tráfico es la fuente del 80% de ruido en entornos urbanos, solo el 8% se queja y los que lo hacen suelen referirse al ruido por ocio nocturno. Pero,  ¿cómo nos afecta el ruido a nivel de salud? De tres maneras:

  1. Efectos psíquicos: el constante ruido reduce nuestro confort y bienestar, nos provoca molestias subjetivas e inconscientes, que además no son cuantificables
  2. Efectos físico-vegetativos: cuando el estrés y las molestias se prolongan a lo largo del tiempo y provocan daños en el resto del organismo.
  3. Daños en el oído: Cuando la exposición a niveles sonoros muy elevados se hace durante largos períodos de tiempo si que se puede cuantificar el daño.

Es por eso que es de extrañar que, a pesar de que ser uno de los problemas que más afectan en las grandes ciudades, no haya quejas por parte de la ciudadanía más que respecto a la contaminación ambiental.

Además de la sensibilización y educación por parte de la ciudadanía, es imprescindible que se practique una movilidad sostenible pero también que haya mecanismos de control por parte de los gobiernos a cargo.

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