La deficiencia de audición al nacer es un problema común. Y es que el oído es un órgano que empieza a desarrollarse durante la gestación y es muy vulnerable. En este caso hablamos de pérdidas auditivas no genéticas, es decir, que pueden aparecer por causas ajenas al ADN familiar.
Para disminuir el riesgo, se pueden tomar las siguientes precauciones:
- Que la madre fume no favorece el desarrollo general del bebé, pero además puede influir de forma negativa en el crecimiento de la cóclea en el oído interno.
- Es importante mantener una higiene regular: hay que lavarse las manos a menudo para protegerse del citomegalovirus, una infección en forma de herpes pero que cuando se transmite de la madre al hijo en los primeros meses de gestación, puede conllevar una pérdida auditiva en el bebé.
- Hay que evitar el ruido. Estar en entornos muy ruidosos y de forma continuada puede hacer que la audición del bebé se vea dañada.
Hoy en día, en muchos países ya hay programas que permiten la detección de hipoacusia neonatal, la pérdida de capacidad auditiva en niños de cuatro semanas o menos. De hecho, el mejor momento para la detección es nada más nacer, antes de que sean dados de alta del hospital. Sea como sea, se recomienda hacer la prueba en el primer mes de vida. Encontrar cualquier problema en los oídos lo antes posible es imprescindible para el desarrollo del habla del pequeño o pequeña y para evitar problemas en el desarrollo educativo, social y emocional.
La prueba consiste en colocar unos sensores en los oídos y así determinar si el bebé ha nacido con problemas auditivos o no. En el caso de no superar la prueba no quiere decir que haya una pérdida de audición, pero en este caso habrá que hacerle más pruebas para confirmar o descartar cualquier tipo de disfunción.