Aunque los oídos cuentan con un sistema natural de limpieza y prevención no están exento al 100% de ser ‘atacados’ por agentes externos como virus, bacterias o contaminación. Dependiendo de la gravedad de la afección en el canal auditivo, el dolor se presenta en diferentes grados. Identificando su intensidad podremos aproximarnos a su origen.
El dolor agudo y persistente en el oído acompañado de pérdida de audición responde habitualmente a infecciones en el oído –otitis. Ello se produce cuando la Trompa de Eustaquio drena el exceso de líquido que se produce en el oído, en caso de acumulación, presiona el tímpano produciendo una infección.
Cuando se produce una rotura del tímpano, se siente un dolor agudo como si hubieran disparado pegado al oído. Este puede producirse, bien por una infección grave, por un golpe, cambios de presión muy bruscos o por la introducción de un cuerpo extraño. Tras él, el dolor puede cesar e ir acompañado de secreciones, ruido o hipoacusia en el oído afectado.
El dolor moderado de oído, unido a una pérdida de audición y normalmente pérdida de equilibrio está producido por exceso de cerumen que cierra el canal auditivo.
Ciertas afecciones como la gripe, catarro, sinusitis afectan también a la salud de nuestros oídos produciendo un dolor de leve a moderado.
Uno de los casos más comunes de dolor leve de oído es el eczema o descamación de la piel del canal auditivo. A este le precede un picor intenso, sequedad y enrojecimiento.
El dolor en todos los casos actúa como un sistema de alerta. Las anteriores indicaciones nos ayudan acercarnos al problema, pero hay que tener en cuenta que el diagnóstico final debe hacerlo un especialista.