El cuidado de la piel que recubre las orejas es uno de los hábitos más olvidados en la higiene diaria. Aunque el canal auditivo cuenta con un sistema de ‘autolimpieza’ es necesario tratar la zona externa de forma específica no solo por un motivo estético, sino para evitar consecuencias nocivas para la salud.En numerosas ocasiones hemos explicado como el uso de isopos para extraer el cerumen es contraproducente para los oídos.  Además de que estos pueden producir una perforación del tímpano, su utilización continua como instrumento de limpieza puede producir descamación de la piel por la fricción del algodón.

Lo ideal es ayudarse de una toalla humedecida para retirar el exceso de suciedad por la cara interna y externa del cartílago de la oreja cada cierto tiempo. Debe tenerse en cuenta que el agua de la ducha ya cumple esta función. Por ello no es necesaria un aseo en profundidad de una zona que no está expuesta de forma habitual a la suciedad y que además no cuenta con glándulas sudoríparas.

Las orejas deben también estar hidratadas con una crema adecuada.  Esta es la mejor forma de prevenir  la epidermis de agresiones externas como la contaminación. La más adecuada para esta zona son las de la cara que cuentan con componentes más nutritivos a diferencia de las corporales cuyo contenido graso es mayor.

Protección de las orejas frente al Sol

Los rayos del sol son otro de los agentes externos más dañinos para la piel de las orejas.  Al igual que en la cara es recomendable utilizar factor de protección a diario. En los casos en los que vayamos a  exponernos de forma  directa del sol, este debe ser el máximo ya que las orejas es una de las zonas que se quema con mayor facilidad. Para prevenir este riesgo, los primeros días de contacto con el sol o en ocasiones de exposición prolongada es preferible llevar un sombrero que nos proteja esta zona.

En los casos en los que la oreja está perforada, sobre todo en la zona del cartílago, los cuidados deben ser especiales para evitar infecciones. Estas no solo se producen en los días posteriores a la perforación también la infección puede venir de la mano de suciedad que se introduce por el orificio en cuestión, en la mayoría de las ocasiones fruto del pendiente. Desinfectarlos cada vez que se utilicen es la mejor forma de evitar este riesgo.