Los perros tienen una capacidad extraordinaria para comer cosas que no deberían. Se comen cualquier cosa que puedan encontrar y les parezca apetitosa: un lápiz, la cal de las paredes o la grasa de debajo de una barbacoa. Está claro, su dieta no es siempre lo que debería ser, por lo que es importante reconocer los riesgos de audífonos y baterías que pueden suponer para la salud de su mascota.

Los audífonos encendidos emiten sonidos de tonos agudos que pueden irritar a los perros. Esto ha dado como resultado que algunos perros se hayan comido los audífonos.

Cuando no estemos utilizando el audífono, debemos colocarlo en un lugar que quede fuera del alcance de nuestras mascotas. Recuerda que si tu mascota es un gato, no basta con ponerlo en un lugar alto. Un  almacenamiento adecuado puede ser un cajón, un armario y demás lugares que cerrados e inaccesibles para los animales. También debemos apagarlo por completo cuando no lo estamos utilizando. Enseñaremos a nuestra mascota (siempre mediante el refuerzo positivo) que el audífono no es un juguete. También es importante desechar correctamente las baterías una vez agotadas.

En el mejor de los casos, nuestra mascota puede confundir nuestro audífono con un juguete y aparecerá unos días más tarde debajo del sofá. En un escenario peor, puede aparecer masticado y tendremos que pagar una reparación o un audífono completamente nuevo, y en una pésima circunstancia, nuestra mascota puede haberse tragado el aparato.

Los audífonos son bastante fáciles de tragar y las baterías pueden suponer un riesgo significativo para la salud de cualquier persona o animal que los ingiere. Las pilas son especialmente problemáticas, ya que pueden quemar la lengua, la garganta y el estómago de nuestro amigo. Si nuestra mascota lo tragara accidentalmente, incluso puede ocurrir que tenga que someterse a una cirugía. Si esto ocurriera (los síntomas pueden ser vómitos, dificultad para tragar, fiebre o la lengua irritada y de color gris) se debe contactar inmediatamente con el veterinario.