El paso del tiempo juega en contra de nuestra capacidad de audición. Asimismo, causas externas , como accidentes o trastornos cognitivos, pueden afectar a nuestro sistema auditivo independientemente de la edad que tengamos. En ambos casos, la principal solución no quirúrgica pasa por la utilización de un audífono que garantice una correcta recepción del sonido. La compra de este dispositivo debe ser una decisión meditada en donde un especialista sea el que te aconseje cuál te conviene según la tipología de sordera y tus preferencias personales.
Los dispositivos actuales nada tienen que ver con los primeros sistemas de gran tamaño y peso conectados a una caja de metal. Se han ido sofisticando y ganando en prestaciones. La estética y la audición ya no están reñidas. Ahora bien, si tu grado de sordera es severo, que implica una pérdida de entere los 71 y 90 dB, o profundo, con una disminución que llega a los 100dB, el dispositivo será externo.
Las gamas más comunes en el mercado son los retroauriculares y los de oído abierto. Aquellos que se sitúan en el canal están recomendados para sorderas de hasta 70 dB. Son pequeños y discretos y existen varios tipos, según la dimensión y potencia de tu oído.
Los oídos delicados también tienen su espacio. Existen dispositivos en los que la mayor parte del mecanismo, como el micrófono, son externos y el oído solo cobija el auricular.
Menos discretos que los primeros son los audífonos retroarticulares para casos de mayor gravedad que suelen afectar sobre todo a personas de avanzada edad. Tienen las máximas prestaciones y un nivel de potencia máxima. Destacan por su comodidad ya que se adaptan a la oreja permitiendo la ventilación del oído.
Si tu o tu entorno se encuentra en esta situación, no dudes en acudir a un centro para conseguir asesoramiento. ¡Ten por seguro que existe el audífono perfecto para ti!